jueves, 22 de octubre de 2020

 

La identidad imaginada del Tico

Minor Jiménez Guevara


Es una construcción política. La Identidad Nacional, se reforzó fácilmente, porque fueron los políticos quienes dictaron el discurso oficial en el sistema educativo, como cuando la historia es escrita por los vencedores, no por lo vencidos.

Antes de que llegaran los españoles, los otros, los indígenas del norte, se referían a los territorios del sur en el istmo como la “región histórica chibcha” (Fonseca, O. 1993) [1] con 18 cacicazgos y cada uno con su propia lengua, lo que deja ver que su permanencia, desarrollo y aislamiento en porciones relativamente pequeñas de territorio, llevaba muchas generaciones.

No obstante en 1513 Vasco Núñez de Balboa, habla de toda la región centroamericana como Veragua, cuando sus ojos logran por primera vez atravesar toda la tierra y visualizar del otro lado, las aguas del Pacífico. (Rodríguez, E. 2013)

En 1539 fue el primer intento por conquistar Costa Rica por El Gobernador y Capitán General Diego Gutiérrez, quien da tormento a los caciques Camaquiri y Cocorí, pero es muerto en 1544 por nuestros indígenas. De esta forma Costa Rica gana 22 años más de escondite y olvido, no obstante, ya en el golfo de Nicoya existían asentamientos de conquistadores, pero Costa Rica iniciaba geográficamente más al sur. 

Reinicia la conquista en 1561 con Juan de Cavallón, Juan Vásquez de Coronado y Juan de Estrada Rávago. El primero de ellos sube por tierra a Chomes, Esparza, Orotina y llega a Santa Ana, donde funda Garcimuñoz.

Cabe tomar en cuenta que cuando los españoles luchan por conquistar Costa Rica ya habían sido promulgadas las leyes de Burgos en 1512 para amparar a los Indios de los abusos de los europeos. (Rodríguez, E. 2013)

En 1563 es Juan Vásquez de Coronado quien logra adentrarse al sur a Quepo y Coto, con ayuda de amigos indígenas y aprovechándose de las pugnas entre ellos, lo acompañan los caciques Accerrí y Iurusti.

El costarricense inició su vida en conquista y colonia con una población de indígenas considerable, por lo menos 119 mil individuos según Steward (1949), citado por Kramer, Novell y Lutz (1992) [2]. Población que no llegó a igualarse con “ciudadanos costarricenses” si no hasta el censo de 1864 con 120 mil personas. No contaban a los indígenas, que para entonces eran un 10% de lo que fueron, no obstante desde el inicio del siglo XVIII se estimaban los indígenas ya en unos 15 500, lo que quiere decir que el 90% de ellos habían desaparecido en poco más de 100 años. (Rodríguez, E. 2013)

Según nuestra herencia genética, somos un 30% amerindios (Morera B. 1995) [3], lo que quiere decir que a pesar de que hubo mestizaje, la mayoría de los indígenas, que eran también la mayoría de costarricenses, se mezclaron hasta llegar a ser un 30% del costarricense actual, permanecieron aislados un 10% desde 1800 hasta 1900 y a groso modo deja un resto 60% que murió; al rededor de 71 400 nativos.

Hoy Costa Rica tiene 104 143 indígenas, si bien han aumentado, porcentualmente bajaron de ser el 10% de la población en el siglo XIX a ser el 2.4% en el último censo, y de ellos, una cuarta parte no pertenece a ningún pueblo, quiere decir que la pérdida cultural los está marcando desde adentro. (INEC 2011)

En 1568 el nuevo Gobernador Perafán de Rivera, en su afán de calmar a los colonos en Cartago trata de obtener autorizaciones para repartir indios entre los pobladores, a lo que le respondieron negativamente, por lo que decidió violentar la orden y los repartió ilegalmente (Rodríguez, E. 2013). Otro ejemplo de lo que el aislamiento permitió, negativamente en Costa Rica.

No queda claro si la desaparición de la mayoría de los 119 mil indígenas fue un genocidio armado, pero sí que murieron masivamente. Entre las hipótesis se encuentran las enfermedades que trajeron los españoles y la decisión de aislamiento que ellos tomaron al abandonar sus asentamientos para aislarse en territorios de difícil acceso. Posiblemente pensaron igual, como les funcionó para resistir la conquista por 60 años, más que otras naciones de América, confiaron en ese aislamiento para sobrevivir, pero no les funcionó, solo lograron mantenerse excluidos, en las tierras más agresivas de Costa Rica, las más indómitas que ni ellos mismos pudieron aprovechar.

Durante todo el siglo XVII, desde 1600, los pobladores y las autoridades se desgastaron en intentar conquistar Talamanca, donde miles de indígenas se refugiaron exitosamente y llegaron a ser el símbolo de la resistencia contra los europeos. He aquí donde surge el jefe Pablo Presbere.

Sí hubo mestizaje, pero debió ser mucho mayor a lo que fue, nuestro fenómeno se diferenció del resto del continente pero no quedan casi evidencias de las razones y los hechos que se sufrieron en el siglo XVI, durante la invasión.

Carlos Sojo en su documento “Igualdad Imaginada” habla del costarricense etnofóbico, por el hecho intrínseco de promulgarse a sí mismo como ausente de mestizaje… de manera que la identidad nacional se ha construido en el supuesto de que somos descendientes de españoles de forma pura y sin mezclas… y como tal, manifiesta un sentimiento de animadversión a la otredad, como una característica beneficiosa culturalmente hablando.

La verdad del asunto es que nuestra conquista, al ser tardía, fue hecha en su mayoría por Criollos, no españoles, nacidos en otras tierras americanas, entre 1520 y 1560 durante las expediciones de Juan de Cavallón (Kramer, Novell y Lutz (1992) [4]

Gran cantidad del mestizaje se dio a partir de las esclavas, muchas de ellas procreadoras de hijos ilegítimos de los conquistadores y su descendencia. (Meléndez, M 1995) [5]. Se consideraba una evolución de percepción social en el tanto, cada vez se fuera blanqueando más la piel. (Sojo, C. 2010).

Pero no hubo un proceso claro, porque los hijos de las esclavas heredaban el apellido del padre español, por lo que con el pasar del tiempo y el aclaramiento de las pieles, no se distinguían los hijos criollos de los mestizos con los mismos apellidos y algunos anotados en las partidas de bautismo por la iglesia, como criollos, “pardos”, mulatos o incluso cambiando designación en el transcurso de su vida, cuando contraían nupcias u otros sacramentos.

Esta etnofobia queda clara en el Patronazgo de la Virgen de los Ángeles, cuya vidente fue una chola anónima en contraposición al bien documentado vidente de la virgen de Guadalupe, Juan Diego. En nuestro caso en 1635, la chola indígena no tiene nombre, porque por muchos años la virgen de Los Ángeles era objeto de devoción por los “pardos”, no por los blancos que mantenían la suya en Nuestra Señora de la Concepción con santuario en el pueblo de Ujarrás. (Fernández, R. 2006) [6]. Aunque para 1722, menos de 100 años más tarde se comienzan a identificar blancos devotos a la virgen autóctona. (Rodríguez, E. 2013)

“Cierto es que entre los novohispanos, los costarricenses son los que tienen menos mezcla de sangre y los más puros, así como los menos infectados, por este motivo de vicios físicos” Wilhelm Maar, explorador Alemán a mediados del Siglo XIX. (Sojo, C. 2010) 

Para el censo de 1864, ya la población de indígenas costarricenses se calculaba escuetamente entre 10 a 12 mil individuos, la gran mayoría viviendo en Talamanca y Guatuso. (Sojo, C. 2010) 

En 1862 en Madrid, España y un año más tarde en 1863 en New York, participamos en la feria mundial con un stand sobre Costa Rica. Nuestra imagen al mundo, lo que nuestros gestores después de la independencia y antes de la era de los liberales de 1870 deseaban dar a conocer al planeta. Fue nuestra carta de presentación de la recién conformada nación costarricense. Lo que llama la atención de este hecho es que todo el stand estaba dedicado a los indígenas, imágenes al óleo pintadas por S. Llorente, vasijas de barro decoradas en ocres y rojos, figuras antropomorfas de nuestra alfarería precolombina y criticadas imágenes zoomorfas de aves, ranas y escasos mamíferos, con un par de pequeñas figurillas de oro. (Science, 1863). ¿Porqué los primeros gobernantes, después de la bonanza económica que trajo el café, decidieron que la imagen del país fuera la herencia indígena que habían casi exterminado en menos de 100 años?

Respecto a los negros, citado por Carlos Sojo, el estudio de Tatiana Lobo y Mauricio Meléndez dice que también cayeron en el anonimato y el olvido, porque desde la conquista hubo población negra traída a Costa Rica y hasta comercio de esclavos en La Plaza de Cartago. (Lobo, T. 1997) pero su legado no ha sido documentado, no con tanta profundidad. Se recomienda la lectura de Quince Duncan, “El negro en Costa Rica”

Revivimos esta creencia de caucasidad con las migraciones masivas de los años ochentas y noventas, por parte de los nicaragüenses, porque hoy somos nuevamente una mezcla reciente. En el último censo la población afrodescendiente aumentó su autoidentificación un 400% respecto al censo 2000 (INEC 2011)

En 1872, con objeto de los intereses en construir el ferrocarril al atlántico, inmigran negros de Jamaica, creen venir temporalmente con fines solo económicos, por eso no se molestan en aprender el idioma,  porque además consideran la sociedad costarricense como más atrasada que la suya. De esta forma se comprende que aún en la actualidad la diferencia cultural a idiomática tiene zanjas muy profundas. 1000 negros y 500 chinos, que al cabo de 100 años llegan a sentirse plenamente costarricenses con una amplia herencia de aquellas primeras familias.

De manera que en términos étnicos, debemos cambiar la autopercepción de blancura caucásica, por la del mestizaje, nuestra realidad no está en el color de la piel, si no en la riqueza de genes que nos permiten cargar con herencias ancestrales grabadas en nuestro genoma. El orgullo de la etnia, ya no existe, ninguna de ellas es un hecho de orgullo o vergüenza por sí misma, si no, la cultura de los pueblos. Ese si es un tema de diferenciación, no así de escalas ni jerarquías, si no de rasgos distintos que brindan diversidad al mundo y enriquecen la humanidad.

Por otro lado, Carlos Sojo también critica la homogeneidad de la población, toda ella pobre, una igualdad social; “No es que todos seamos iguales, sino que todos vivimos igual sometidos a las mismas necesidades, agobiados por las mismas inclemencias. Vivimos igual y en condiciones precarias, humildemente.” (Sojo, C. 2010). Todo el mundo sembraba lo que comía, maíz, trigo, hortalizas, criaban ganado vacuno, caballar y de cerda. Incluso aquellos en puestos de gobierno, porque no había trabajo, pero sí tierra, de forma individual el costarricense aprendió a salir adelante, industrioso y artesano, independiente y luchador. Ciertamente una condición que se mantuvo desde la conquista.

Diego de la Haya en 1719: "No se ha podido descubrir de dónde tuvo (esta provincia), la derivación y título de Costa Rica, siendo tan sumamente pobre, en toda ella no se halla barbero, cirujano, médico ni botica; ni en la ciudad capital (Cartago)” (Láscariz, C. 1994) [7].

No obstante uno de nuestros conquistadores, Estrada Rávago al rededor del 1562 habla de la desgraciada Costa Rica, por los que en ella han gastado su hacienda. Abandona Costa Rica sin esperanza y sin dinero, pero tiempo después declara: 

“es la tierra más fértil…, de las mejores que están descubiertas, por darse, como se dan, plantas de Castilla y el trigo, y las demás semillas, con más fertilidad, que V.R. ha visto. Tiene muy grandes y espaciosas campiñas y valles. Críase y dase en ella el ganado, mejor que en parte alguna, por ser el temple tan bueno como es; y así se come la mejor carne del mundo, por participar el mejor cielo y suelo, y aguas que se puede imaginar.” (Rodríguez, E. 2013)

No habían minas, tesoros, riquezas que permitieran a los conquistadores desarrollar las instituciones económicas esclavistas de otras regiones. Además se suma el aislamiento, ya que Costa Rica siempre fue una frontera; éramos el territorio más apartado de la Capitanía General de Guatemala y del Virreinato Mejicano, y por el otro lado los virreinos y provincias del sur, también veían a nuestra región como la frontera norte. Históricamente las fronteras siempre han sido excluidas social y económicamente. 

Existía la percepción individual de los costarricenses como montañeses y rurales, lejanos a las aglomeraciones urbanas. Todos los centros de poder políticos y administrativos estaban lejos, las distancias no eran tan largas como en otras provincias, pero los accesos sí, el territorio no era amigable para el camino, basta con ver la realidad actual, criticada por los extranjeros que no comprenden - ¿porqué nuestras carreteras no son rectas o atravesando las montañas? -, porque todo lo hemos hecho al rededor de nuestra geografía, con cordilleras empinadas y sierras irregulares, al rededor de 112 volcanes y en medio de fincas inclinadas, mientras los campesinos se van equilibrando para no salir dando vueltas.

Desde finales del siglo XVI la costa atlántica era azotada por Piratas del Caribe, entre ellos Drake (1579). Lo que dificultaba el comercio justo.

Para 1601, se logra abrir un rústico camino de mulas bajando del valle por Aserrí hasta Quepos y pasando por la zona sur hasta Chiriquí en Panamá, que alivió un poco la pobreza colonial para exportar sebo, cuero, gallinas, ajos y cebollas.

La ausencia de metales se ilustra cuando en 1709 la Audiencia de Guatemala autoriza la circulación del Cacao como moneda, ya que era el cultivo más rentable durante el Siglo XVII y la primera mitad del SVIII hasta 1747, cuando comienza un descenso registrado hasta 1778. (Rodríguez, E. 2013)

A inicios del SVIII los españoles eran apenas un centenar, pero para finales del mismo se registraban 6000, podría entenderse que el auge del Cacao motivó a inmigrar a nuevos colonos. Pero los costos y las dificultades del transporte por tierra hacia Nicaragua y por hasta Colombia hizo que el negocio se abandonara.

Los dueños de las fincas vivían en Cartago y viajaban 2 veces al año, durante las cosechas, a la zona atlántica, donde eran trabajadas por esclavos negros o Indios en servidumbre. (Rodríguez, E. 2013)

Ahí comienza un intercambio comercial y delincuencia de parte de los Zambos mosquitos, que asaltaban las mulas del cacao y comerciaban con los ingleses del caribe provenientes de Jamaica y Curazao. Esta práctica ilícita permitía que las mulas llegaran al valle central con cargamentos diversos, que las autoridades, por alguna razón permitieron.

Dos siglos y medio duró nuestra colonia, hasta mediados de los 1800 en que inicia cierto auge en otras ciudades surgidas recientemente, como Villa Nueva de la Boca del Monte (San José) fundada en 1737, Cubujuquí (Heredia) fundada en 1706 o Villa hermosa (Alajuela) fundada en 1784. Pero desde los años 1500 los primeros españoles se asentaban en Cartago y Garcimuñoz, sin mucho arraigo, pues sentían que los poblados tendrían que ser abandonados. No obstante para 1620 que aparece un nuevo tipo de “encomienda de tributo” los propietarios logran adquirir esclavos y generar riqueza. Los nuevos colonos, unos 8000 en el siglo XVIII, años de 1700, que venían sin recursos, eran españoles que pasaban a ser de segunda clase, se asentaban lejos, en Barva, Aserrí y Pacaca.

Estas nuevas ciudades surgen por presión de las autoridades y el clero, con amenazas de excomunión o la quema de viviendas rurales. En este proceso tardaron decenios. Se sobreentiende que para que una ciudad funcionara como tal, debía tener habitantes, y las autoridades de la corona y la iglesia necesitaban ciudades para poder ejercer sus prácticas.

El aislamiento fue la base de la distribución de oportunidades y recursos en Costa Rica, por la experiencia de autogobernarse, por su lejanía y olvido. Hasta que llegaron las ideas de emprendimiento, en la poscolonia, con los cultivos exclusivos como el tabaco, cuyo estanco se promulgó en 1766 (Monopolio gubernamental en su siembra, venta y exportación) decretada desde Guatemala (Rodríguez, E. 2013); y con la llegada del café. Que trajo con sigo un acceso muy uniforme a las tierras de cultivo pues, sin dueño, hubo que colonizar las mejores y aptas para la fruta.

No hubo líderes oligarcas, hubo oportunidades para todos y del mismo modo desarrollo económico sin precedentes. Todavía en 1950  el coeficiente de Gini de la superficie cultivada de café era de 0,361. Dicho coeficiente mientras más se acerca a 1, es más desigual y mientras más se acerca a 0 es más perfecta la distribución. Si se considera que para El Salvador era de 0.660, Costa Rica era muy uniforme. Con el límite mayor en Cartago 0.591 y el menor en Alajuela con 0.339. (Sojo, C. 2010) 

Fué hasta 1812 que con la constitución de “Las Cortes de Cadiz”, que se les permite a las colonias, elegir ayuntamientos, se les da libertad para escribir, imprimir y publicar, ordena fundar escuelas primarias y fue entonces que en 1814 se funda la Casa de Enseñanza de Santo Tomás, para impartir primeras letras (primaria), filosofía, gramática y sagrados cánones. Quiere decir que estuvimos 250 años viviendo sin poder cultivar las enseñanzas formales y aunque Fernando VII las disolvió en 1814, el primer impulso ya se había aprovechado.

En esos mismos años, inicios del Siglo XIX se le retira a Costa Rica el monopolio del Tabaco. Duro golpe para la economía nacional, no obstante, esos 50 años de bonanza permitió a avarios “pudientes” financiar algunas de las nuevas instituciones, como la casa de enseñanza. Esto también vino a impulsar una actividad sustituta que generara los recursos para las nuevas demandas de la población, fue entonces que se apostó por el Café. Lo que también favoreció, junto con el previo impulso del Tabaco, el aumento en población para la actual San José, con una cuarta parte de los habitantes, 60,000 muchos de ellos promovidos por el nuevo cultivo en tierras aptas.

Para las dos décadas previas a la independencia se explotaron minas de oro y plata en el Monte del Aguacate, una de las principales actividades económicas del país previo al cultivo del café, permitiendo la acumulación de capital, desigualmente distribuido; y la inmigración de mano de obra minera especializada que se queda en el país. Esta ilusión se desvanece para 1840, pero aquellos mineros se vuelven comerciantes prósperos y cafetaleros, además de aportar nuevos apellidos de renombre entre los ciudadanos. Este comercio, destinado a Jamaica e Inglaterra les abren créditos comerciales y relaciones de negocios que se aprovechan con el futuro cultivo cafetalero.

La casa de enseñanza de Santo Tomás tenía como rector a Rafael Francisco Osejo, quien, para 1821, cuando llegan las noticias de la independencia y el 13 de octubre cuando se aclaran los nublados del día, propone que se conformara una asamblea de Legados elegidos popularmente. Estos dictan el 1 de diciembre el Pacto de Concordia, la primer constitución de Costa Rica. La misma casa llega a ser La Universidad de Santo Tomás, en 1843, bajo el gobierno del presidente José María Alfaro, como el primer hito en la enseñanza del país. No obstante, aún está rezagado en el área frente a los cambios sociales y económicos que se estaban viviendo.

Tras la independencia, hubo años perdidos en procesos de miedo en que las provincias buscaban unirse en una República Federal de Centroamérica en 1824, pero para 1838 Braulio Carrillo retira definitivamente a Costa Rica de dicho organismo, después de Nicaragua y Honduras. Aspecto que no nos diferencia de los países hermanos, si no que nos hace similares.

Las diferencias políticas se acrecentaban entre imperialistas (cartagos y heredianos) quienes querían anexarse a México y republicanos (josefinos y alajuelenses) quienes querían permanecer independientes. Lo que termina el 5 de abril de 1823 con el enfrentamiento el ochomogo, con un saldo de 20 muertos y 40 heridos. Dando el triunfo a los repúblicanos al mando del alajuelense Gregorio José Ramírez, joven de 27 años, quien desde los 15, como marino viajó por el mundo enriqueciéndose de las ideas que en otras latitudes se estaban implantando. (Rodríguez, E. 2013)

Es también hasta el 25 de julio de 1824, que el ayuntamiento de Nicoya, quien había vivido de forma autónoma desde la conquista española 300 años antes, pero que tenía 37 años de ser un partido de la intendencia de Nicaragua; decide anexarse, aprovechando la tranquilidad política de Costa Rica, la urgencia por abrir el libre comercio con el golfo, la necesidad de impulsar la educación pública y la condición generalizada de pobreza en toda su región.

En 1832, el alemán Jorge Stiepel soldado de la guerra de Waterloo contra Napoleón, logra exportar unos quintales de café a Chile, despertando el interés por la clase alta que puede mirar hacia adelante. Ha vivido en suramérica y ha visto otras tierras y otros hombres. Es un ejemplo de que la visión más allá de lo tradicional, se logra cuando se viaja, se conoce y se interactúa.

En 1836, durante el gobierno de Braulio Carrillo llega de Guatemala el Licenciado Nazario Toledo, el primer médico que se radica en Costa Rica. Lo que muestra como el país estaba cambiando y también deja ver las carencias con las que vivió toda su colonia 330 años desde la conquista hasta la independencia. No obstante su ejercicio, no pudo enseñar por años, porque no habían hospitales, laboratorios o colaboradores adecuados.

“…gozado de la paz que da la armonía de hombres que viven bajo las mismas leyes: que en Costa Rica las clases más infelices cuentan con una propiedad que los hace relativamente ricos sin ambicionar los bienes ajenos; que el amor natural a la propiedad en sus habitantes los ha hecho industriosos y laboriosos…” Secretario General del Gobierno al Congreso Federal en 1838, don Francisco José Oreamuno (Sojo, C. 2010) 

Hasta entonces los costarricenses vivíamos sumidos en las fronteras, sin ver las oportunidades más allá de los límites. Otro extranjero William Le Lacheur capitán de la embarcación El Monarch, llegó por accidente a Caldera en 1843 y decidió viajar en mula al valle. Al llegar, el café ya era un cultivo importante y recoge en fianza por parte de los productores 5 500 quintales que se lleva a Londres, en una leyenda que Eugenio Rodríguez narra como inolvidable, porque en 1845 William regresa a Costa Rica trayendo el dinero de los cafetaleros y al año siguiente construye su casa en San José, es el inicio de la internacionalización del café y el cambio definitivo de la realidad nacional, cuando comienza a gestarse la nación con las bases económicas suficientes y repartidas entre la población, que modificó la “pobreza” del tico, por una riqueza bastante compartida.

Habían diferencias intelectuales que marcaban el rumbo del país en lo político y en lo económico; con un Estado cuya inversión vino a cambiar con los liberales desde 1870 hasta 1920 que pese a las desigualdades reinantes, lograron consensuar una imagen de horizontalidad en la sociedad, una ilusión de igualdad a la que Carlos Sojo llama “convivencia horizontal” ser distinto, tener más, pero no aparentarlo, de manera que todos compramos en los mismos supermercados, todos vamos a los mismos lugares de entretenimiento, todos compramos en las mismas tiendas. Aunque en la vida privada, seamos mucho más ostentosos que los otros. Fue la guerra de 1856 la que permitió que los intelectuales tomaran las riendas del rumbo del país y su identidad imaginada. (Molina, I. 2005) ejemplo de esa construcción fue el concurso de la letra del himno que favoreció a “labriegos y sencillos…, … en arma trocar”

Aquellos primeros intelectuales se forman acorde a sus recursos, viajando a Nicaragua y posteriormente algunos a Guatemala, porque las oportunidades en Costa Rica eran escasas durante inicios del los 1800, como nuestro primer Jefe de Estado, Juan Mora Fernández quien estudió en Nicaragua en 1804, maestro de primeras letras. Enfrentado a la dificultad de enseñar con las uñas, porque casi no habían libros, a no ser por los religiosos. Las clases altas y bajas, todas eran mayoritariamente iletradas. No es, hasta Braulio Carrillo, que se eliminan los diezmos, se instauran impuestos a las propiedades, se suprimen días de fiestas religiosas y se traslada la capital a San Juan Murciélago (Tibás). Esto provocó que las otras tres ciudades se opusieran para culminar en la “guerra de la Liga”, ganada por Carrillo. (Rodríguez, E. 2013)

Entre 1844 y 1846 surge una de las primeras instituciones públicas, “La Sociedad Económica Itineraria” que logra, a raíz del interés en las exportaciones del café, construir la carretera a Caldera, la primera de nuestra patria, con lo que el transporte del grano pasa de ser acarreado por mulas, a ser llevado por bueyes en carretas.

El tico comienza a intercambiar mercancías en los años de 1840 y con ellas también gente, costarricenses que viajan a rozarse con otros en los barcos que llegan a Europa y a traer inmigrantes que deciden aventurarse en nuestro país. Esto es otro rasgo cultural costarricense que nos diferenció del resto del istmo o de muchos otros países latinos, nuestro primer contacto no fue entre los países colonizados, de quienes siempre fuimos frontera y estuvimos aislados, si no directamente con los países europeos, de donde trajimos libros, conocimiento e ideas progresistas de la época. (Rodríguez, E. 2013)

Se observa ya a mediados del siglo XIX que la división de clases es muy notoria que “a falta de una nobleza hereditaria, es la plutocracia la que reina en Costa Rica” (Rodríguez, E. 2013) ¿qué tan diferente es hoy en día?, cuando sabemos que los apellidos foráneos lideran las cámaras, las asociaciones, los partidos, en fin, los titiriteros que saben mover los hilos del chivo expiatorio que hayan elegido para ser gobernante. Solo que hoy hay poderosos movimientos de izquierda que resisten al gobierno, que luchan por lograr un balance en las políticas económicas y sociales, pero que no miden los efectos a largo plazo, que miran los micro cegándose a los macro.

“lo costarricense. Sanciona tanto la exposición altanera de riqueza y posesiones como la propia mendicidad. Enaltece la humildad de los poderosos y el emprendimiento de los desposeídos.” (Sojo, C. 2010) 

“…por la educación ha de llegarse a la felicidad de todos” José María Castro Madriz, (Rodríguez, E. 2013)

1856 fue el evento que salvó a Costa Rica de ser añadido a los Estados Unidos, con una variante muy militarizada de lo que fue la adquisición de Texas, perdido por México de forma pacífica. Pero encaminada a lograr que estas tierras insignificantes y fronterizas pasaran a formar parte de una estrategia regional de dimensiones históricas. Juan Rafael Mora para 1856 con 1500 hombres sencillos que respondieron al llamado de las clases altas, convencidos de que Costa Rica y su auge de desarrollo económico estaba en peligro. Marcharon  el 11 de abril contra los filibusteros, otro hecho cultural e histórico importante para la identidad nacional. Que aunque ganamos, también provocó nuestra mayor epidemia, con 10 000 muertes por cólera, 7 veces más en dos meses de lo que La Covid-19 nos ha arrebatado en 6 meses, hasta octubre, durante este 2020. Un 10% de la población Costarricense.

Según opinión de Iván Molina, la aspiración de mayor control electoral fue  lo que motivó la eliminación del voto censitario y pasó al voto directo en 1913, cuando los partidos políticos desfavorecidos entre los votantes designados veían sus únicas posibilidades en el voto de las masas, con quienes aprendieron a comprometerse y por quienes incrementaron el gasto público a ritmo de dos dígitos porcentuales y el empleo público en un 2% aproximadamente, para poder satisfacer las promesas hechas al electorado.

En el siglo XX, los pobres en las artes, sí marcaban una diferencia social con aquellos que no tenían más que la homogeneidad del sistema educativo y social, mientras que los que iban más allá eran los que cultivan algún arte, escritura, música, dibujo… eran los diferentes.

Esto no dista mucho de la realidad contemporánea, en cuanto al aporte de las artes como diferenciador social y afortunadamente, al acceso de muchas más personas, quienes con talento, no requieren de mayores inversiones. Si bien es cierto la técnica artística puede mejorar con los equipos adecuados, con equipos rudimentarios alcanza para mostrar lo que nos diferencia.

No creo en la homogeneidad de toda la población, en un estado comunista compartido con iguales condiciones para todos, más creo en un estado que brinde esas oportunidades por igual, no para que el fin sea homogeneizar, si no para que el fin sea meritorio, diferenciados por el esfuerzo, la constancia y el talento. Como señalaba la “ley de bases y garantías” de 1841 “Todos los costarricenses son iguales ante la ley…, … las virtudes cívicas, las ciencias y los grandes servicios al Estado, los diferencian entre si” (Rodríguez, E. 2013)

Sin competencia no hay mejoramiento, sin exigencia no hay excelencia, sin oportunidades no hay progreso. Y no necesariamente esto se interpreta económicamente, puesto que los éxitos no siempre son monetarios, si no culturales, sociales, comunales, intelectuales, académicos, entre muchísimos otros. Esa ha sido la Costa Rica por muchos años, una en que las oportunidades existen para todos. Pero que hoy ya no funciona así.

Parafraseando a Ricardo Jiménez Oreamuno, presidente de Costa Rica en tres distintos períodos:

…el secreto de nuestra estabilidad política está en la gran subdivisión del trabajo; en que casi todos los ciudadanos tienen ocupación formal… Ayudemos al bienestar de los trabajadores dignamente; y será como si tomáramos una póliza de seguro contra las revueltas y el retroceso. (basado en Carlos Sojo, 2010).

Para mantener el control social que se deriva de un estado democrático consolidado, es necesario que haya una estructura económica que no violente el ideal identitario nacional, que para Costa Rica, siempre ha sido un ideal igualitario en oportunidades. Junto a una política que afirme dicha igualdad mediante la normativa.

Que la sociedad sienta que todos somos iguales en la teoría de los derechos, en el ejercicio de sus libertades, en el respeto de sus opiniones y en su representación del voto. Aunque hayan miles de excepciones, que el ciudadano sienta que puede contar con los mecanismos legales para hacer valer sus derechos y se sienta protegido. Para eso requiere de evidencias exitosas, de que eventualmente personas particulares o colectivas logran la equidad y la defensa. Aunque no sea siempre.

Creo que en ese sentido el aparato jurídico costarricense ha sido exitoso, pero perdiendo credibilidad constantemente, ante el segundo de los pilares del control; el económico.

La estructura económica violenta la percepción de la identidad costarricense, la desigualdad de salarios entre sectores de poder político y los sectores privados, crea zanjas infranqueables para mantener a la población satisfecha con el quehacer nacional.

Se quiere lograr repartir riqueza que no tenemos, oportunidades que están destinadas a intereses particulares, no se va a lograr desde la política. En el pasado hubo condiciones especiales que no son repetibles en la actualidad, no hay tal aislamiento ni tal pobreza generalizada. Ahora sí hay posibilidades de explotarnos los unos a los otros. Pero por lo menos, hay oportunidad de repartir trabajo, aunque igualmente estará marcado por las jerarquías. 

Creo que el homogeneizador sería la educación, pero hemos fallado mucho en ella también, con brechas entre la pública y privada que son insalvables con los resultados de los unos frente a los otros.

El tico, siente agravios políticos, no gusta de participar de comicios, cada año que pasa vemos como el abstencionismo termina por elegir nuestro presidente y la percepción de quehacer y de las razones que no motivan a formar parte del intrincado aparato estatal no han cambiado mucho desde el siglo XIX en que se citaron palabras con las que el costarricense, hoy podría sentirse identificado:

“… voy a cambiar el sencillo y risueño cuadro de mis negocios propios por el complicado laberinto de las solicitudes y de los muchos y difíciles asuntos de Estado… voy a sufrir los denuestos de la insolencia, el encono de la maldad, las acechanzas de la perfidia y las maquinaciones del traidor…”

José María Catro Mariz, 8 de mayo de 1847. (Rodríguez, E. 2013)

El sistema jurídico no es la excepción de estas diferencias, ya que se ha mostrado que violenta el ideario de igualdad económica abstracta que se consideraba socialmente, al negarse a acogerse a la homogeneización salarial que los haría parte del 70% de los ciudadanos de menor ingreso, que actualmente pertenecen amorfamente, al sector privado. Y digo amorfamente, porque hay excepciones en este sector, donde los ingresos son mucho mayores, al igual que el sector público donde hay personas con ingresos muy bajos. Pero que en términos generales, se mantienen con la diferencia marcada entre estos dos grupos.

La discusión nacional va más allá de la identidad costarricense, pero la violación a la percepción de igualdad social es uno de los factores claves en los fenómenos sociales que venimos masificando desde el 2018, año de las elecciones marcadas por odio-amor que polarizaron Costa Rica. Y que se acentuaron con las medidas fiscales del 2019 y desbordadas por las consecuencias de la pandemia de la COVID-19 del 2020. Que ya en números de la Encuesta de Hogares, ha pasado de 1/5 de la población en pobreza a 1/4. Un cambio visible a flor de piel, en las calles y barrios de la nación.

Además, la pobreza extrema pasó de 1/20 de la población a 1/15, mostrando daños irreversibles en la generación actual de ticos, porque no logramos ayudar a esta veinteava parte de compatriotas, lejos de eso, aumentaron, y las soluciones estructurales dejan en evidencia que no sirven, que se han vuelto contención más que reparación y que incluso han fallado en contener, porque han desmejorado.

Ante este escenario de desigualdades, las revueltas y repercusiones a la paz, serán el caldo de cultivo para una nueva identidad costarricense, llena de nostalgia por un pasado añorado, por una pobreza generalizada que ya no lo es más, por una distribución de oportunidades que ya ni siquiera se ve en nuestro sistema educativo, o nivel filial. La gente con posibilidades paga y agota sus recursos con tal de lograr pagar un colegio privado para sus hijos y que estos encuentren en ese ambiente de bonanza económica, no solo oportunidades de surgir profesionalmente si no sus parejas de vida, donde haya seguridad económica para los años venideros. No es solo el afán de aumentar las posibilidades profesionales, porque ya ha quedado claro que en el mercado laboral, los salarios del sector privado son desfavorecidos en Costa Rica.

Ha sido un retroceso al siglo XIX y los años de la colonia, en que la educación privada jugaba un papel preponderante en la formación, solo para aquellos ciudadanos que tenían los recursos para acceder a ella. (Rodríguez, E. 2013)

Respecto a la religión, ha sido un protagonista constante en la historia y el ser costarricense, ya que durante los 250 años de oscurantismo colonial, cuando no se permitía ni la lectura ni la escritura, solo circulaban libros religiosos, la institución fue la encargada y aún hoy se consulta, de registrar todos los nacimientos documentados del país. 

La iglesia fue una institución casi política que vio en las leyes liberales de 1884 el mayor ataque del sector secular público y estatal al predominio de sus prácticas, entre ellas la anulación del recaudo de los diezmos, la secularización de los cementerios, para poder tener derecho a enterrar, no solo a los católicos. Con la expulsión, en fechas cercanas, de los Jesuitas, que buscaban participar y apoderarse de los negocios que solo le incumbían al poder público. 

En 1894 participa con un partido político: La Unión Católica, quienes ganan las elecciones, aunque no por una mayoría absoluta; se lanzan a la revuelta y de forma agresiva se manifiestan en las calles, tanto que el propio candidato termina siendo encarcelado, de manera que en los segundos comicios se retiran por presiones de sus propios integrantes y por la presión oficial (los gobernantes), lo que demuestra que la ciudadanía costarricense, el tico, tiene raíces profundas con la religión que pueden tergiversar las realidades ajenas, si sus participantes deciden apelar a ella. (Rodríguez, E. 2013)

Ha sido una lección que no debemos olvidar, sin embargo lo repetimos 124 años después, en 2018, cuando se exacerban los sentimientos religiosos a nivel político, provocaron daños sociales. En las recientes elecciones llevaron al país a la encrucijada de tener que elegir a quienes no estaban preparados para gobernar, con tal de evitar una teocracia que provocaría daños más profundos, por gobernar con fines dogmáticos en vez de la pragmática cordura que se necesita ante la realidad nacional.

En 1895 se toman las medidas que evitan estas confrontaciones a futuro: “No se podrá, sin embargo, hacer en ninguna forma propaganda política por clérigos o seglares invocando motivos de religión o valiéndose, como medio, de las creencias religiosas del pueblo.”  (Rodríguez, E. 2013).

Queda en usted juzgar cómo en 2018 se violentó la ley de muchas formas y en muchas ocasiones y nadie supo como argumentar las denuncias para poder hacerlas efectivas.

De manera que podemos afirmar que el tico no es pobre generalizado, no es homogeneizado en su economía, hoy somos más desiguales que nunca, los ricos son muy ricos y hay menos y los pobres son más pobres y hay más de ellos. Somos mestizos auto identificados en un 84% (INEC, 2011), enriquecidos por muchas etnias, somos una cultura en cambio importante que debemos rescatar y dar forma. No estamos aislados en una burbuja, permeamos todo lo que llega del mundo, aun somos trabajadores, industriosos y esforzados además de religiosos, siempre lo hemos sido.

“En los acontecimientos de nuestra historia no se impone la lógica de los hechos si no la de las personas. De aquí que para entender lo nuestro se ha de comenzar por entender a las personas.”  Monseñor Víctor M. Sanabria. (Rodríguez, E. 2013)

La identidad del ser costarricense se fraguó en el siglo XIX, cuando teníamos patrona religiosa, educación formal pública, riqueza que repartir, estado que defender y hasta un héroe elegido a dedo como insignia de la clase baja, que más numerosa, necesitaba ser realzada. Juan Santamaría y la inauguración de su estatua el 15 de setiembre de 1891.

El pensamiento anarquista también surgió a finales del siglo XIX tal vez, según autores como Láscaris en 1964  sus “ideas se asemejaban bastante al individualismo costarricense”  [8] Hoy somos igual de individualistas, escudados bajo el discurso de la lucha por todos, luchamos por nuestros interese particulares. Por eso es que no hay consenso, si no división, porque no es un interés nacional, si no gremial.

La crisis financiera en la que Costa Rica está sumida en la actualidad, acrecentada por los efectos directos y colaterales de la pandemia de la COVID-19 se ha sufrido en peor medida a inicios del siglo pasado en 1914, cuando los ingresos del estado eran de 10 000 000 de colones, pero a raíz de la primera guerra mundial en 2016 los ingresos bajaron menos de la mitad, 4 500 000 de colones. No es la primera vez que hacemos frente a esta situación tampoco. El 58% de los ingresos provenían del impuesto a las importaciones.

Lo que tenemos que tener presente es la frases de Mario Sancho “(El dictador) no habría surgido, de no haberse dado las circunstancias que contribuyeron a su llegada al Ministerio primero y a la Presidencia después. La aparición de los tiranos no es un fenómeno casual” [9]

El dictador Tinoco aprovechó la crisis de la segunda guerra el 27 de enero de 1917, en comunión con la pandemia de gripe española, para llegar al poder; no repitamos lo mismo en las próximas elecciones, porque no habremos aprendido nada.

Al día siguiente, Tinoco convocó una asamblea constituyente, aquella que es capaz de reformar la constitución política, amplia a seis años el período de gobierno, el general Ministro de Guerra y Marina es proclamado presidente, se abandona el voto directo. Comienza un desorden financiero, abuso militarista y persecución implacable durante 30 meses. Todo viene de la mano cuando se elige sin pensar, al fragor de la contienda crítica social y económica.

Después, en 1929, la crisis financiera mundial repercute nuevamente en aumento de los alquileres, escasean las viviendas, bajan los precios del café y el cacao a nivel mundial, baja el valor de la moneda, hay una violenta restricción del crédito, aumenta el desempleo y las manifestaciones de protestas sociales, se aumentan los impuestos para hacer frente a la caída de la recaudación. Hay déficit, después de 7 años de superávit. A lo que Ricardo Jiménez Oreamuno en su tercer mandato en 1932, responde con medidas de protección, evitando los embargos, brindando apoyo económico a los más necesitados, se limita la jornada de trabajo para evitar las sobreexplotaciones, se decreta el salario mínimo y se intentan fundar colonias agrícolas con la idea de dar sustento, trabajo o subsistencia a los necesitados. (Rodríguez, E. 2013)

Un grupo de medidas similares a estas, podrían demostrar a la ciudadanía que el gobierno intenta paliar las consecuencias entre los grupos más desprotegidos, por ahora solo lo ha logrado con las ayudas económicas a los afectados por la Pandemia.

En mayo de 1942, bajo la administración de Calderón Guardia, se logra incluir el capítulo de las garantías sociales en la constitución política. Un éxito en tiempos en que las brechas sociales se estaban marcando con las desigualdades de explotación por parte de los patronos a la mano de obra.

Este tipo de garantías fortalecen el bien común, no el de las clases poderosas. No obstante como apunta el historiador Rodrigo Facio hacen falta “medidas de carácter complementario, económicas, fiscales y políticas, que tiendan a darles fundamento positivo u oportunidad para su real aplicación…” ósea que no se puede proteger y repartir beneficios sin riqueza que los solvente, en palabras de Pepe Mujica.

Guardia lo que se hizo fue crear inflación para poder financiar las reformas que se manifiesta en escasez de artículos de consumo y presión por la subida de precios. De manera que tampoco termina bien, las fuerzas extremas de bandos políticos fraccionan al país y desembocan en la guerra civil de 1948.

Después, comienza a gestarse la zanja actual en la que estamos metidos, ya que la actividad del Estado comienza a crecer de forma vertiginosa, con las nuevas instituciones y políticas, servicios públicos y obras de infraestructura. Sin embargo no logró una satisfactoria distribución del ingreso, porque los beneficios de servicios a la población fue solo un factor, mientras que los salarios vieron beneficios solo para los trabajadores públicos, pero el Estado no aguanta asumir la carga salarial completa y lo que al final queda en evidencia es que no todos pueden mejorar, y los que quedan fuera del aparato gubernamental sufren los mayores deterioros a la orden del capitalismo creciente.

La crisis de los 80 (con la baja del café y el aumento de los precios del petróleo) obligó a disminuir la inversión pública, pero el Estado se ató de manos con las legislaciones, con las protecciones que ahora no puede violentar. Los salarios no se vieron disminuidos y no hay mecanismos actuales que permitan los cambios estructurales de homogeneización de la mano de obra asalariada, la pública con la privada. Los cambios deben hacerse a nivel de ley y eso solo los legisladores pueden hacerlo, las protestas contra el poder ejecutivo o judicial tienen alcance limitado.

El problema de hoy es de clases sociales, estratos económicos, ricos y pobres y un estado cada vez más débil financieramente, parecido a hace 100 años; pero peor, porque en medio de la Pandemia, el Estado aumentó los pagos por “Salarios y otros pluses” a los empleados públicos en un 10% de marzo a julio del 2020, lo que provocó que la diferencia salarial con el sector privado fuera para esta fecha en más del doble. (Campos M, 2020). Pero si dejamos de violentar los derechos de otros, aprenderemos a respetar los propios, porque hoy nacen líderes peligrosos, parciales y extremistas que nos llevarán a retroceder en garantías sociales, décadas y que su inexperiencia macrofinanciera nos hundirán irremediablemente.

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[1] [2] [3] [4] [5] [6] [7] Citado por Sojo, C. 2010

[8] [9] Citado por Rodríguez, E. 2013


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